Reconozco en el espejo
mi mirada y mi rasgo,
de mujer con un dejo
de ángel y de mago.
He logrado el aprecio.
He alcanzado el cielo.
Y de un niño acaricio
el arte de aprender.
He escrito con esmero.
He volado sin alero.
He pensado y vivido
cada paso revivido.